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HENRI LEFEBVRE
TEXTO EXTRAÍDO DE EL DERECHO A LA CIUDAD (PARIS, 1968).
Otros trabajos destacados del curso de Actualización Profesional de Universidad Universidad Católica de Santa María – Arequipa + Facultad de Arquitectura.
Docentes: [Mag. Aldo Facho + MSc. Carlos Alberto Fernández Dávila + MSc. Carlos Muñiz]

Henri Lefebvre es uno de los pensadores más influyentes en la arquitectura actual por su famoso «derecho a la ciudad». Ilustración de la ciudad de Public Domain Pictures (CC0 1.0). Foto de Lefebvre distribuida por Commons wikimedia (CC BY-SA 3.0 NL).
Lefebvre (1968) “La experiencia práctica demuestra que puede haber crecimiento sin desarrollo social (crecimiento cuantitativo sin desarrollo cualitativo).” (pag. 165), pese a ser ésta una afirmación hecha en un contexto y tiempo diferente veremos que aún está presente en las ciudades, puntualmente hablaremos de la ciudad de Arequipa donde existe un crecimiento urbano en su mayoría de asentamientos informales debido la falta de planificación. Podemos observar que este nuevo contexto urbano no proporciona ninguna clase de equipamientos accesibles para las personas que viven y actúan en estos contextos por lo cual no generan un desarrollo social alineado con el crecimiento de los mismos, bajo este contexto es necesario analizar los factores que generan este problema, reconociendo como principales causantes los siguientes: la segregación social derivada de la diferenciación fuertemente demarcada por los distintos niveles socioeconómicos en la ciudad, el manejo de los precios de suelo y construcción por el mercado inmobiliario y la falta de integración de niveles de la gestión pública.
Cuando Lefebvre (1968) expresa que “para la clase obrera, rechazada de los centros hacia las periferias, desposeída de la ciudad, expropiada así de los mejores resultados de su actividad, este derecho tiene un alcance y una significación particulares. Para ella, representa a la vez un medio y un objetivo, un camino y un horizonte; pero esta acción virtual de la clase obrera representa también los intereses generales de la civilización y los intereses particulares de todas las capas sociales de «habitantes», para quienes la integración y la participación se hacen obsesivas sin que se consiga tornar eficaces estas obsesiones.” (pag. 167), se entiende que el derecho a la ciudad es un medio para un aspecto de la realización del ser humano, si bien somos individuos, también somos seres netamente sociales, y existe una realización que debemos alcanzar a nivel social, que está fundamentalmente basada en aspectos trascendentales, pero que van a requerir un espacio-tiempo en los cuales pueda ponerse a prueba y, sobre todo, desarrollarse, es por eso que también es un objetivo, en el aspecto más cotidiano y concreto.
Lefebvre está en lo cierto cuando indica que la clase obrera está “rechazada de los centros hacia la periferia, desposeída de la ciudad, expropiada de los mejores resultados de su actividad”. Cuando las personas empiezan a llegar a las ciudades, estas no son capaces de responder, no estaban hechas para acoger a tanta gente. Desde la llegada de la modernidad, lejos de centrarse en las relaciones sociales esenciales, ha abordado la ciudad de una manera más formal y superficial. Hubo iniciativas de vivienda social pero que no llegaron a prosperar.
La clase obrera fue la más afectada, y con esto se sembró la semilla de la segregación socio espacial, que hasta ahora, lejos de solucionarse, sólo termina por agravarse con el pasar del tiempo.
Esta segregación o asilamiento espacial crea un distanciamiento en las sociedades y promueve la desintegración, porque se reducen las vías de interacción y comunicación entre las diferentes clases de la sociedad y poco se puede avanzar si no existe cierta unidad.
En Latinoamérica, la frase “la clase obrera sufre las consecuencias del estallido de las antiguas morfologías” no ha perdido relevancia, las consecuencias de del modelo de ciudad heredado del modelo europeo, de tener áreas centrales donde se han concentrado los grupos de poder o las clases altas de las ciudades, y consecuentemente se ha generado un nicho de mercado muy alto, que ha terminado por aplastar la idea de ciudadanía y la integración con un fin social, ya que quienes pertenecen a este sector, tienen mayor disponibilidad a infraestructura y equipamientos , a mejores condiciones de vivienda y mayor accesibilidad a bienes y servicios. Mientras más alejado se está del centro, en la mayoría de las ciudades, hacia las periferias existe una decadencia a nivel social, económico y físico.
En el caso de Arequipa, la expansión urbana se fue dando desde los años 70, pero las iniciativas políticas inconclusas han sido aprovechadas por invasores y posteriormente traficantes de terrenos. A esto, la falta de una planificación urbana ha agravado el crecimiento desordenado y “miserable” de la ciudad, lugares donde no se respetan los derechos y que no responde al derecho de poder construir, decidir y crear ciudad para que el espacio donde vivan todos los arequipeños sea un privilegio.
En cuanto a las consecuencias de la segregación, el estado “regulador”, tolera y admite las ocupaciones ilegales de tierras y sus construcciones, regularizando le situación de estos terrenos de estas zonas de la ciudad mediante pagos a entidades para así obtener una aprobación legal. Por otro lado, la empresa promotora de construcción genera segregación social construyendo vivienda/conjuntos habitacionales en las periferias sin mirar el gran contexto donde las desigualdades de recursos entre la población con mayores ingresos y aquellos habitados por los sectores de menor recursos son extremadamente notorios.
Esto nos lleva a otro aspecto importante dentro de esta problemática es el papel del mercado en el crecimiento de la ciudad, lo que Lefebvre (1968) denomina “La relación entre industrialización y urbanización se transforma […] Una nueva miseria se extiende, que alcanza principalmente al proletariado […] la miseria del hábitat, la del habitante sometido a una cotidianidad organizada (en y por la sociedad burocrática de consumo dirigida)” (pag. 168). Actualmente en Arequipa uno de los factores en el desarrollo industrial y crecimiento urbano es con certeza la acción de los agentes inmobiliarios. Estos son los responsables de la gentrificación urbana en nuestra sociedad y en otros casos de la depredación que se da en la campiña que ha caracterizado a nuestra ciudad y que es considerada un patrimonio paisajístico natural.
Según el Instituto Municipal de Planeamiento de Arequipa (IMPLA) “Entre el 2012 y el 2016 se llenó con cemento alrededor de 500 hectáreas de tierra para levantar viviendas”. El gran precio de estas zonas es el motivo principal para que los dueños de las parcelas agrícolas vendan sus terrenos. El problema está en que estas nuevas urbes no reflejan una vida urbana, la mentalidad consumista de estos agentes es sólo “comprar y vender” al mejor postor.
En cuánto a la vitalidad en el espacio público, Lefebvre (1968) menciona “El desarrollo de la sociedad sólo puede concebirse en la vida urbana…”(pag. 168). Si el desarrollo y la integración social sólo pueden darse en la vida urbana, hay que asegurar que se propicie un espacio público digno que vaya orientado específicamente a las necesidades de la población, acompañado de políticas y economías que sustenten y refuercen dichos espacios generando así la integración social, mediante las actividades que se pueda realizar en ellos.
A demás de la posibilidad de generar viviendas sociales dirigidas a diferentes niveles socioeconómicos, que ocupen un mismo sector urbano, donde se pueda generar una interacción social, cultural, económica, que demanden la generación de equipamientos de comercio, salud, educativos etc., y sobre todo darle prioridad al espacio público libre y abierto. En el caso de Arequipa, se demostró mediante la peatonalización de la calle Mercaderes, en la que se erradicó el protagonismo del vehículo y la calle tomó vida, en ella se realizan actividades comerciales, de paso, de entretenimiento callejero, incluso con exposiciones de arte, esculturas de sillar, fotografía; actividades que hacen de esta calle, mucho más que un camino que conecta dos lugares.
La vigencia de la frase “La experiencia práctica demuestra que puede haber crecimiento sin desarrollo social (crecimiento cuantitativo sin desarrollo cualitativo).”, debe ser un llamado a la atención a los diferentes actores en la planificación y desarrollo de la ciudad, para volver al centro y finalidad de nuestro actuar profesional, que finalmente debe ser humanista.
Alumnos
Céspedes Medrano, Iskra
Chirinos Valdivia, Claudia
Valdivia Salas, Alejandra
Vargas Pinto Maria, Jimena
Medina Gutierrez, Jorge
RodríguezCuellar, Diego
Valdivia Huamani, Renato
Quintanilla Rivera, Mauro
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